Por: M.C. Laura Carrillo Perales.
Hoy en día muchos cristianos y no creyentes nos hemos preguntado si prácticas espirituales como el yoga o el reiki son compatibles con una religión. Desde mi experiencia de vida, como cristiana que ha practicado ambas disciplinas, y quien ha escuchado todo tipo de comentarios a favor y en contra de mezclar estas prácticas espirituales con una religión, me atrevo a compartir en las siguientes líneas algunos puntos importantes de reflexión. Invito a los lectores a considerar estos puntos para que cada uno pueda tomar una decisión más pensada y quizás más congruente respecto a estas prácticas y su forma de vida.
Antes de poder dar una respuesta concreta a esta pregunta es importante entrar un poco en ambas disciplinas, ¿qué son?, ¿de dónde vienen?, ¿cuál es su fin último?.
El yoga es una disciplina espiritual hindú, su raíz sánscrita “yuj” significa “unión”. Esta práctica busca la unión del “jiva” (el yo transitorio temporal- hombre) con el “braham” (yo eterno infinito- ser superior) para alcanzar el estado del “samadhi”, estado en donde el hombre y Dios se hacen uno mismo. Braham es el concepto hindú de Dios, una sustancia impersonal espiritual que está presente en la naturaleza y en el cosmos, “impregna, envuelve y subyace todo”.
Es un error pensar que la práctica del yoga se puede separar de su raíz hinduista puesto que son los mismos maestros quienes, basados en textos hindúes de mayor autoridad (los vedas y el Yoga Sutra), afirman que el medio físico (posturas “asana” y respiración “pranayama”) buscan como fin espiritual pasar de la ignorancia a la iluminación a través de 8 vías concretas. Por lo tanto, cada parte de esta práctica tiene como objetivo lograr un progreso en cada una de estas vías.
- Autocontrol
- Práctica religiosa
- Posturas
- Ejercicios de respiración
- Control de los sentidos
- Concentración o control mental
- Contemplación profunda
- Iluminación
Por su parte, el reiki busca sanar con la “energía universal de la vida” y a través de la imposición de manos unir dos energías poderosas: la conciencia superior-“rei” (universal- Dios) y la energía personal- “ki” (fuerza de la vida- hombre). Esta práctica define que cualquier enfermedad física, emocional o espiritual es causada por un desequilibrio en los centros energéticos de la persona, también conocidos como “chacras”, y que al equilibrarlos adecuadamente toda enfermedad será sanada. Similar al yoga, el reiki busca la conexión del hombre y Dios, en esta ocasión a través de la energía. En su práctica también se pueden alcanzar diferentes niveles de progreso para adquirir un mayor alcance de sanación, el cual se potencializa al realizar diversos cursos.
Nivel 1- Auto sanación y sanación a personas allegadas.
Nivel 2- De terapeuta a practicante, el terapeuta aumenta la energía del practicante para que este a su vez lo pueda llevar a otros.
Nivel 3- Conexión del terapeuta con la energía del ser superior.
Nivel 4- El ahora maestro transmite y enseña a otros la técnica y teoría para alcanzar la conexión con el ser superior.
Esta disciplina fue creada por el japonés Mikao Usui, quién curiosamente fue profesor cristiano y quién al sentirse defraudado por no poder entender como Jesucristo llevaba a cabo sus curaciones milagrosas en el estudio de la teología cristiana, decide buscar en el Tibet y en Japón técnicas de sanación. Su método se difunde a través de la secta que posteriormente funda. Según el experto argentino Roberto A. Federigo, esta práctica es una “creencia mágica primitiva que carece de efectos comprobables”. De esta manera podemos decir que el reiki no utiliza un método científico y por consiguiente no puede ser considerado como terapia complementaria a la medicina tradicional. Desde el punto de vista cristiano, esta práctica entra dentro del espectro del esoterismo u ocultismo.
Es importante entender que tanto el yoga como el reiki son disciplinas panteístas. El panteísmo es una doctrina que enseña que Dios es la sustancia de todas las cosas, o sea que “todo es Dios” (inmanencia). Por consiguiente, el ser humano, la naturaleza y todo lo que existe son uno mismo o “maya”. La filosofía de la religión aborda esta visión y explica como la concepción de Dios a través del tiempo ha ido cambiando. Hemos pasado de un teísmo clásico, en donde reconocemos a un Dios vivo, al naturalismo teísta, donde se concibe a un Dios muerto. Lo que antes era considerado como sagrado y en donde se reconocía a Dios como un ser supremo, trascendente, todo bondad y amor; ahora se ha secularizado y dado entrada al relativismo, en donde cada quién es su propio punto de referencia, y en donde Dios se ha convertido en un ser limitado y relativo o en una energía que lo consume todo.
Con esta nueva visión se ha dado paso la Nueva Era (New Age), ola que recoge diferentes elementos, los mezcla y los comercializa de diversas formas; entre ellos podemos mencionar las religiones orientales, espiritismo, terapias alternativas, psicología trans-personal, por mencionar algunas corrientes. Esta propuesta se centra en una sociedad que no cree en una verdad absoluta, propone la búsqueda de una revelación (una verdad) centrada en uno mismo y en la que a través de diferentes prácticas el hombre puede llegar a alcanzar el mismo grado que Dios. En la Nueva Era tú vas marcando tu propio camino espiritual, una religión a tu media, en palabras del testimonio de Asunción Ruiz “se entra en un supermercado espiritual en donde escoges lo que quieres, lo que te conviene, lo que te gusta… te lleva en una espiral que nunca termina y que no es una respuesta real a tener un encuentro con Dios“. La realidad es que la Nueva Era no entra en las profundidades del corazón humano.
Quizás tú, como yo, te preguntes si es posible ser parte de estas prácticas o corrientes al enfocarte solamente en la disciplina como deporte o como un complemento a tu propia espiritualidad. Según el pensamiento de filósofos griegos como Aristóteles y Platón, se ha conceptualizado al ser humano como una unidad: el hombre está compuesto por alma, cuerpo y razón. De igual manera el Catecismo de la Iglesia Católica explica la unicidad del alma con el cuerpo para construir la propia naturaleza del hombre. O así como lo sustenta el mismo yogi, su práctica es interdependiente con su filosofía. Por lo tanto, el medio físico o la filosofía no se pueden desvincular de la misma práctica, el impacto de esta será en el todo del ser humano: cuerpo, mente y alma.
“La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la “forma” del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.”
“El yoga físico, según su definición clásica, es intrínseca y funcionalmente incapaz de ser separado de la metafísica de las religiones orientales. El practicante occidental que intente hacer esto lo está haciendo desde la ignorancia y en peligro, tanto desde el punto de vista del yogui como desde el punto de vista cristiano. (Yoga; 725:2)”
En muchas prácticas espirituales propuestas por la Nueva Era es el hombre quién tiene que ir al encuentro del ser superior, mientras que en el cristianismo es Dios quien sale al encuentro del hombre. Por su parte, el cristianismo está fundado en una relación con un Dios personal, que tiene rostro y nombre, Jesús. Él es respuesta auténtica a los anhelos más profundos del corazón humano. El hombre y el universo no son Dios, son creación de Dios. En el cristianismo hay una revelación completa dada por Cristo, la cual se va revelando poco a poco al ser humano en la intimidad de su corazón. En palabras de Jacques Philippe “la oración no es un yoga cristiano… consiste en ponerse en la presencia de Dios durante un tiempo más o menos largo, con el deseo de entrar en una íntima comunión de amor con El en medio de la soledad y del silencio.” La revelación de Dios nada tiene que ver con la técnica, el cristiano se sabe plenamente amado por Dios y reconoce que todo crecimiento espiritual es otorgado como don, o como diría Santa Teresita del Niño Jesús “todo es gracia”.
De esta manera podemos concluir la incompatibilidad del yoga, el reiki u otras prácticas propuestas por la Nueva Era frente al cristianismo. Muchos cristianos hemos caído en el sincretismo al conjuntar prácticas espirituales con corrientes de pensamiento contrarias. Para cerrar esta reflexión valdría la pena reflexionar las palabras de Luis Santa María del Río:
“¿Y los cristianos? ¿Por qué acuden a esta práctica? Es una buena pregunta, pues habiendo conocido al que da la verdadera agua de la vida, es extraño que busquen fuera de su rica tradición religiosa algo que sacie su ansia de infinito… ¿O es que no han experimentado nada en su vivencia cristiana? Jesucristo pasó por el mundo haciendo el bien, curando enfermedades y dolencias, y hoy sigue sanando y salvando, también a través de su Iglesia.”
¿Será que vamos por el mundo tomando lo que más nos gusta de esto o aquello, pero sin profundizar realmente en lo que satisface plena y profundamente nuestro corazón?
Referencias:
5 Claves para entender porque el yoga es incompatible con el cristianismo
El Reiki ¿Qué es y cómo valorar este método de sanación de la Nueva Era?
¿Por qué los Católicos no debemos practicar el Reiki?
Documento de los obispos de EE.UU. sobre el reiki
Todo lo que necesita saber sobre la Nueva Era
Libro: “¿Qué ves en la noche? Religión y sectas en el mundo actual” por Luis Santa María del Río
Libro: “Guía para la vida de oración” por Jacques Philippe