Por: Carlos Lavariega Ibarra
La modernidad líquida[1] adquiere muchas facetas en nuestros días, si analizamos un poco las generaciones pasadas veremos que eran más sólidas en diferentes aspectos de la vida, para ello podemos citar varios ejemplos. Una persona que entraba en una compañía forjaba su carrera durante toda su vida profesional en el mismo lugar de trabajo, cosa contraria a lo que ocurre en nuestros tiempos, que un joven cualquiera puede llegar a tener diferentes lugares de trabajos, puestos y hasta ocupación diferente en su vida profesional. Otro ejemplo, es al momento de contraer matrimonio, nuestros abuelos y abuelas sabían que al momento de casarse era para siempre y hasta que la muerte los separara, pese a las diferencias y problemas personales permanecían juntos por el resto de sus vidas. Sin embargo, en la actualidad es todo lo contrario parejas que contrajeron matrimonio en una año ya pudieron haberse separado después de una discusión. El gobierno en Dinamarca[2] está obligando a los matrimonios a tomar terapia de pareja antes de separarse, pues cada vez más son las parejas que se separan en un corto tiempo.
Estos son solo algunos de los aspectos que diferencian nuestra sociedad actual de la que nos precede la sociedad sólida. La imagen del sólido evoca algo que no cambia, de forma que es rígido, ósea que posee una rigidez con respecto al cambio, para poder deformar un sólido se requiere de una gran fuerza que posiblemente termine rompiendo por completo el sólido. Al contrario del sólido, los líquidos no poseen una forma definida; estos adquieren la forma del contenedor que los almacena sin presentar gran resistencia u oposición al contenedor y con una rapidez asombrosa para adquirirla y sin ninguna oposición o resistencia a la adaptación o al cambio. Es una buena imagen para reflexionar sobre nuestra sociedad contemporánea pues tiene como característica la adaptación y la recepción de nuevos aspectos sociológicos, intelectuales y culturales. Aspectos que se ven remarcados por la globalización y la apertura a las diferentes culturas del mundo.
Hay diferentes elementos que podríamos analizar de la liquidez en la sociedad moderna, pero por hoy trataremos de enfocarnos a solo algunos aspectos de este universo que nuestra sociedad nos ofrece: tatuajes, barbas y cirugías plásticas. Por si no lo habíamos notado (como muchas de las tendencias de la modernidad líquida que pasan desapercibidas) estos elementos aunque parecieran sin importancia marcan una clara tendencia en nuestras vidas; cada vez vemos más y con mayor aceptación el hecho de realizarse un tatuaje o hacerse una cirugía plástica. ¿A qué se debe esto? Uno de cada 3 personas en los Estados Unidos tiene un tatuaje algo que nos indica una clara tendencia del uso de esta práctica ¿Que hay detrás de esto? ¿Por qué alguien quisiera marcarse la piel? ¿Es una mejora hacia el cuerpo o todo lo contrario?
El sociólogo Zygmunt Bauman comenta que muchos de los cambios en las sociedades se remiten al hecho de querer mostrar nuestra individualidad a los demás, hay un deseo cada vez más creciente al desapego de las comunidades humanas. Irónicamente las redes sociales son un indicio de eso, a raíz de esto las personas desean demostrar su individualidad y originalidad para auto aceptarse y considerarse únicos en medio de todos.[3]
Por otra parte el hecho de que las personas tengan tatuajes es un deseo de querer expresar algo que no es posible con sus palabras o gestos; trasmitir una historia o plasmar un sentimiento que no basta con sus palabras o con sus memorias, de ahí el hecho de querer imprimirlo en su piel para llevar algún acontecimiento que los ha marcado o con un simbolismo único para aquellos que lo llevarán en su mente y en su cuerpo.
Permanece como un acto que acentúa el individualismo el hecho de querer tatuarse. La mayoría de las personas que se ponen un tatuaje vuelven a ponerse otro tatuaje y la pregunta aquí es ¿cuál es la finalidad de tatuarnos? ¿es que estamos siendo parte de una tendencia de la época en la que vivimos? Los lugares donde se aplican los tatuajes van cada vez en aumento, lo que nos indica la aceptación de esta práctica en la sociedad y en las personas.
Un lugar que también se ha multiplicado muy recientemente son la peluquerías para varones comúnmente denominadas “barber shops”, de muy reciente implementación de estos negocios, diferentes a las peluquerías de antes o de los salones donde cualquier mujer asistía para maquillarse o realizarse algún tratamiento estético para el rostro y el cabello. Ahora en las barber shops el hombre puede asistir para tratamientos faciales, para la barba o para el corte de cabello, ¿De dónde viene que el hombre busque mejorar el aspecto de su barba?
Ya desde la antigüedad la barba es un símbolo de virilidad y masculinidad en los hombres. En nuestros tiempos ¿cuál es su significado o su uso contemporáneo? Una buena explicación de la contemporaneidad de la barbas puede deberse a tratar de buscar una apariencia intelectual y varonil, al mismo tiempo que estético, basándose en el denominado estilo hipster muy difundido en nuestra época. Además de esto, va en incremento el hecho de que los hombres busquen cada vez más mejorar su apariencia estética y tratar de cuidar el verse bien, pero llevado a esos excesos de tiempo y economía que implican ¿No hay una situación del hombre muy narcisista detrás de todo esto?
Hablando de las mujeres algo que les aporta las generaciones liquidas es el sometimiento a cirugías estéticas para mejorar su apariencia física; ya sea en el rostro o en el cuerpo las intervenciones quirúrgicas con fines de “mejoramiento estético” se están volviendo muy populares en nuestros tiempos al igual que los tatuajes y las barbas. Hay lugares única y exclusivamente donde se realizan cirugías plásticas y no se ofrecen ningún tipo de servicio médico. ¿Por qué una mujer quisiera cambiar una parte de su cuerpo? ¿Hay un estándar de belleza en el que quiera encajar? Hay un aspecto de narcisismo en el hecho de efectuar este tipo de cambios en nuestra imagen al desear presentar una forma o figura aceptada por la sociedad para ser valorados.
Las generaciones de hoy poseen una gran flexibilidad al cambio trayendo grandes avances tecnológicos y científicos, esto hace mucho bien sin duda. Sin embargo, en el contexto social la adaptación sin una reflexión profunda de los cambios que se presentan en nuestra sociedad, puede ser un gran peligro adoptando amorfismos por la falta de conciencia en lo que adoptamos como tendencias de cada día.
Tendríamos que reflexionar si no
sería mejor invertir ese tiempo y esfuerzo en el crecimiento de nuestra
persona, en verdaderas relaciones de amistad, en la búsqueda de la verdad.
Además económicamente representa un enorme gasto estas modas ¿No sería más
adecuado dedicar ese presupuesto a los mas desfavorecidos? ¿No acentuamos con
ello una cultura individualista y del descarte? Pensemos mejor bien la
cosa antes de tomar una decisión sobre seguir estas modas.
[1] Término acuñado por Zygmunt Bauman en su celebre Best Seller “Vida Líquida”.
[2] Véase: https://www.eldiario.es/theguardian/Dinamarca-divorcio_0_923207877.html
[3] Zygmunt Bauman. Generación Líquida. Ed. Paidós. p. 24