Por: Lic. Ana Lizeth Espino
Detrás de una gran locura hay una gran verdad.
“La peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras” (frase del diario del Joker). Frente a una persona con una situación así, en esa espera la sociedad se “entumece”, sea porque qué no sabe escuchar, o tal vez porque qué no sepa cómo hacerlo, o quizá por miedo de escuchar lo que no quiere, lo que no se atreve y lo que no puede contener como sociedad ante un reclamo real.
La película nos muestra esto a través de una madre que está esperanzada en que ella y su “pobre” y “pequeño” hijo sean vistos, reconocidos y protegidos por un candidato a la gubernatura del estado, con quien supuestamente nos queda la duda si hubo o no un amorío. Pero más allá de esto, esta familia es el reflejo del olvido no solamente de una sociedad…. La sociedad es como caerle el saco a NADIE…. Es el olvido de cada individuo, de cada padre y madre que han dejado de darse y entregarse a sus hijos, con el afán de hacer de estos hijos el mismo retrato de los padres, en intentar a toda costa que no cometan sus mismos errores, o peor aún que no cometan errores, en educarlos para que sean “alguien en la vida” o ¿debería de decir acaso para que sean como estos padres quieren que sean en la vida?, en olvidar la autonomía y los deseos del hijo.
Parecería entonces que si este hijo no satisface las necesidades de esos padres entonces, han fracasado como tal; ellos como padres y él o ella como hijos, brindando la misma creencia de fracaso al hijo, luchando a toda costa por sonreír y ser felices solo para los otros y nunca para encontrarse en sí mismo; recordando el sobrenombre cariñoso pero irónico y con tremenda carga emocional que la madre le decía Arthur :“Happy”, quizá era la propia necesidad de la madre de crear un hijo feliz para ella, que si bien recordamos la expresión de esta mujer, era apaciguada, sin muchos ánimos y en la espera de ser “movida” por su hijo “feliz”.
Cabe preguntarnos hasta dónde estamos luchando por nosotros mismos, por nuestro propio bienestar, para el bienestar de los demás o acaso debo debo de preguntar ¡hasta dónde estamos luchando por sentirnos bien a costa de los otros!, dependiendo de lo que los demás hacen o dejan de hacer, de lo que los demás son o no son, ya sean los hijos, la novia, los alumnos para el docente, los compañeros de trabajo, el esposo, en fin, no acabaría con tantos y tantos… ser felices en razón de lo que los demás hagan o dejen de hacer o si actúan favorable o desfavorablemente y cómo todo esto en algún momento llega a convenir para que tengamos un supuesto “bienestar” a costillas de los otros y no por nosotros mismos.
Ciertamente que estamos rodeados de una sociedad pero de ella no puede depender nuestra completa salud mental. Con lo anterior quiero responder a una pregunta que me fue hecha en dos ocasiones: y entonces ¿Cómo le hace una persona que le llueve sobre mojado en tantas situaciones desfavorables como le sucedió a Arthur?; una señora en un autobús que le dice que deje en paz a su hijo cuando ni siquiera lo estaba molestando, un supuesto amigo que lo traiciona con su jefe, un grupo de adolescentes que lo irrumpen y golpean, un gobierno que le deja de dar asistencia social, una terapeuta que poco lo escucha, una madre que lo rechaza y lo da en adopción, el sufrimiento de un abuso sexual y físico que no fueron detenidos por la madre adoptiva, ¿Qué hacer con todo eso? todas estas situaciones realmente son agobiantes, pero resultan catastróficas para una persona que solo ha sabido ser la delicia de una madre que mira a Arthur como alienada a ella, y sin lograr -esta madre- mostrarle cómo es vivir en esa separación, en esa diferenciación del uno y del otro. Teniendo Arthur como única identidad la marca del “Guasón” donde su único trabajo es hacer REÍR y equivocadamente la idea de hacer FELIZ a la madre, al resto de una sociedad, viendo cada acto de maldad como un TODO que marca a la persona que lo ejecuta, sintiendo que ha fracasado y que no es amado, más que por aquellos que le han mostrado lealtad.
Ahora escuchemos el dolor y sepamos identificar los gritos que desgarran el alma, envueltos de sonrisas falsas y envueltos del anhelo de amar y reconocerse amado. ¿Qué obtienes cuando cruzas un solitario mentalmente enfermo con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? ¡Te diré lo que obtienes!, ¡Obtienes lo que mereces! (Diálogo de Arthur con Murray).
En este anhelo de amar y
reconocerse amado tan propio al ser
humano, no encuentra respuesta Arthur en el drama del Joker; peroel
cristiano tiene una propuesta que lleva esperanza a personas y situaciones
sociales como las que se tratan de mostrar en la película, sabemos por la fe
que no venimos de la casualidad o de fuerzas oscuras y sin sentido,
tenemos un origen verdadero, sabemos que somos deseados libremente
y que venimos de Dios-Creador-Padre que nos ama y llama a la existencia. Si es
así, podemos confiar unos en otros, vivir como seres humanos, pienso que cuando
dejamos de considerar esto, que procedemos de la libertad, del amor y de
la razón divina, “Surge la barbarie que aplasta la dignidad del
hombre”[1] lo
que describe tan bien la situación de Gotham en el film, barbarie que aplasta
al más débil. Debe ser pues para
nosotros, que queremos formar a nuestros hijos, transformar la sociedad, un
punto de referencia claro, la dignidad de la persona que proviene de lo mas
noble y grande que Dios a puesto en él y que lo hacen imagen y semejanza suya.
Otra la situación del humano cuando reconoce esto y se sabe amado y querido.
Como cristianos somos pues embajadores de este amor de Dios para nuestros
semejantes, en su deterioro, fragilidad o enfermedad mental, que no los
pasemos de largo que no entremos en el juego de una cultura del descarte[2],
como nos pide reiteradamente el papa Francisco.
[1] Creación y pecado. Ratzinger. Ed. EUNSA. Madrid 1992 P.71. https://www.obispadoalcala.org/pdfs/Ratzinger-Creacion_y_pecado.pdf
[2] Laudato si. Papa Francisco. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
“La peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras” (frase del diario del Joker). Frente a una persona con una situación así, en esa espera la sociedad se “entumece”, sea por qué no sabe escuchar, o tal vez por qué no sepa cómo hacerlo, o quizá por miedo de escuchar lo que no quiere, lo que no se atreve y lo que no puede contener como sociedad ante un reclamo real.
La película nos muestra esto a través de una madre que está esperanzada en que ella y su “pobre” y “pequeño” hijo sean vistos, reconocidos y protegidos por un candidato a la gubernatura del estado, con quien supuestamente nos queda la duda si hubo o no un supuesto amorío. Pero más allá de esto, esta familia es el reflejo del olvido no solamente de una sociedad…. La sociedad es como caerle el saco a NADIE…. Es el olvido de cada individuo, de cada padre y madre que han dejado de darse y entregarse a sus hijos, con el afán de hacer de estos hijos el mismo retrato de los padres, en intentar a toda costa que no cometan sus mismos errores, o peor aún que no cometan errores, en educarlos para que sean “alguien en la vida” o ¿debería de decir acaso para que sean como estos padres quieren que sean en la vida?, en olvidar la autonomía y los deseos del hijo.
Parecería entonces que si este hijo no satisface las necesidades de esos padres entonces, han fracasado como tal; ellos como padres y el o ella como hijos, brindando la misma creencia de fracaso al hijo, luchando a toda costa por sonreír y ser felices solo para los otros y nunca para encontrarse en sí mismo; recordando el sobrenombre cariñoso pero irónico y con tremenda carga emocional que la madre le decía Arthur :“Happy”, quizá era la propia necesidad de la madre de crear un hijo feliz para ella, que si bien recordamos la expresión de esta mujer, era apaciguada, sin muchos ánimos y en la espera de ser “movida” por su hijo “feliz”.
Cabe preguntarnos hasta dónde estamos luchando por nosotros mismos, por nuestro propio bienestar, para el bienestar de los demás o acaso debo debo de preguntar ¡hasta dónde estamos luchando por sentirnos bien a costa de los otros?, dependiendo de lo que los demás hacen o dejan de hacer, de lo que los demás son o no son, ya sean los hijos, la novia, los alumnos para el docente, los compañeros de trabajo, el esposo, en fin, no acabaría con tantos y tantos… ser felices en razón de lo que los demás hagan o dejen de hacer o si actúan favorable o desfavorablemente y cómo todo esto en algún momento llega a convenir para que tengamos un supuesto “bienestar” a costillas de los otros y no por nosotros mismos.
Ciertamente que estamos rodeados de una sociedad pero de ella no puede depender nuestra completa salud mental. Con lo anterior quiero responder a una pregunta que me fue hecha en dos ocasiones: y entonces ¿Cómo le hace una persona que le llueve sobre mojado en tantas situaciones desfavorables como le sucedió a Arthur?; una señora en un autobús que le dice que deje en paz a su hijo cuando ni siquiera lo estaba molestando, un supuesto amigo que lo traiciona con su jefe, un grupo de adolescentes que lo irrumpen y golpean, un gobierno que le deja de dar asistencia social, una terapeuta que poco lo escucha, una madre que lo rechaza y lo da en adopción, el sufrimiento de un abuso sexual y físico que no fueron detenidos por la madre adoptiva, ¿Qué hacer con todo eso? todas estas situaciones realmente son agobiantes, pero resultan catastróficas para una persona que solo ha sabido ser la delicia de una madre que mira a Arthur como alienada a ella, y sin lograr -esta madre- mostrarle cómo es vivir en esa separación, en esa diferenciación del uno y del otro. Teniendo Arthur como única identidad la marca del “Guasón” donde su único trabajo es hacer REÍR y equivocadamente la idea de hacer FELIZ a la madre, al resto de una sociedad, viendo cada acto de maldad como un TODO que marca a la persona que lo ejecuta, sintiendo que ha fracasado y que no es amado, más que por aquellos que le han mostrado lealtad.
Ahora escuchemos el dolor y sepamos identificar los gritos que desgarran el alma, envueltos de sonrisas falsas y envueltos del anhelo de amar y reconocerse amado. ¿Qué obtienes cuando cruzas un solitario mentalmente enfermo con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? ¡Te diré lo que obtienes!, ¡Obtienes lo que mereces! (Diálogo de Arthur con Murray).
En este anhelo de amar y
reconocerse amado tan propio al ser
humano, no encuentra respuesta Arthur en el drama del Joker; peroel
cristiano tiene una propuesta que lleva esperanza a personas y situaciones
sociales como las que se tratan de mostrar en la película, sabemos por la fe
que no venimos de la casualidad o de fuerzas oscuras y sin sentido,
tenemos un origen verdadero, sabemos que somos deseados libremente
y que venimos de Dios-Creador-Padre que nos ama y llama a la existencia. Si es
así, podemos confiar unos en otros, vivir como seres humanos, pienso que cuando
dejamos de considerar esto, que procedemos de la libertad, del amor y de
la razón divina, “Surge la barbarie que aplasta la dignidad del
hombre”[1] lo
que describe tan bien la situación de Gotham en el film, barbarie que aplasta
al más débil. Debe ser pues para
nosotros, que queremos formar a nuestros hijos, transformar la sociedad, un
punto de referencia claro, la dignidad de la persona que proviene de lo mas
noble y grande que Dios a puesto en él y que lo hacen imagen y semejanza suya.
Otra la situación del humano cuando reconoce esto y se sabe amado y querido.
Como cristianos somos pues embajadores de este amor de Dios para nuestros
semejantes, en su deterioro, fragilidad o enfermedad mental, que no los
pasemos de largo que no entremos en el juego de una cultura del descarte[2],
como nos pide reiteradamente el papa Francisco.
[1] Creación y pecado. Ratzinger. Ed. EUNSA. Madrid 1992 P.71. https://www.obispadoalcala.org/pdfs/Ratzinger-Creacion_y_pecado.pdf
[2] Laudato si. Papa Francisco. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html