El Ballet es sin duda uno de los artes mas inmanentes, es decir, permanece en quien lo realiza, es el mismo “la materia” con la que se trabaja. En todas las demás artes se trasforma o se trabaja con algo exterior al hombre, en el caso de la danza es el cuerpo mismo, es decir el hombre que expresa su persona por el cuerpo.
De todas las cosas que se mueven, el hombre un viviente con espíritu, lo hace con un ritmo, a voluntad, con autonomía. Pero; ¿a dónde se mueve? ¿Qué busca? se mueve hacia su finalidad (lo que le da sentido a su vida), es decir, hacia eso que le atrae; por lo que se siente atraído. Quiere encontrar al ser que ama, es su destino.
El ballet clásico, en esta línea de búsqueda muestra varias cosas, primero la esperanza; que no estamos limitados, ¡el amor vence! La belleza del arte, en especial del ballet, nos recuerda que el amor es bello; atractivo, por eso atrae, y al final eso nos salva. El amor salva, es nuestra arca de Noé, la caridad fraterna este amor por el hermano que viene de Dios, -nos acaba de decir el Papa Francisco en Fratelli Tutti– es nuestra arca de Noé, fuera de ahí nuestro barco se hunde. Belleza-amor-caridad-salvación, vemos esas cosas unirse, dirigir nuestra vida.
A mi parecer, el ballet proporciona una bella imagen de la caridad fraterna, pues ella consiste en darnos la mano, los brazos, una y otra vez, justo como lo hacen los bailarines y bailarinas; es la única manera en la que llegaremos a buen puerto. A pesar de las dificultades y retos. Es en la fraternidad en la que llegaremos a nuestra dicha como humanidad.
El arte, todo arte nos recuerda que nuestra vocación no se termina en hacer cosas eficaces, productivas, se trata sobre todo de amar, y “la belleza” es esta gratuidad, donde el único beneficio es el amor, es atraer.
Finalmente, concluyo que es lo que hace constantemente Dios en nuestras vidas, ¿no lo creen? darle sentido, atraernos, bailar a dos, a compás, con ritmo… el acepta nuestros pasos, bueno algunos, otros no, porque a veces van en contra del plan de amor (el pecado), pero se ajusta pronto, como cuando se equivoca alguien en la pareja de baile; hasta pasan desapercibidos, y al final hacen parte de la escena, es digamos una imagen de su misericordia. Nosotros aceptamos los suyos, pues nos llevan lejos, nos hacen felices, nos hacen hermanos. Nos llevan al cielo.
- Hermano José Dávila